
Otro rasgo es preferir que el bebé crezca pequeño en el vientre, para facilitar el parto. En todas las etnias la placenta es envuelta y enterrada, jamás arrojada a las aguas.
En algunas comunidades se prefiere un primer hijo varón, para que pronto ayude a cazar y pescar, en otras a una niña para que colabore en las tareas de la casa. En cambio, las nuevas parejas de la etnia piaroa no hacen distinciones, pero sí quieren "no más de tres o cuatro hijos, porque todo está muy caro y no tenemos con qué mantenernos".
Los mellizos no son bien vistos, los antiguos piaroa dejaban a uno de los niños donde enterraban la placenta para que quien quisiera pudiera recogerlo.
La elección del nombre del niño o niña tiene cargas rituales para algunas etnias, pero la mayoría de ellos son de origen español o combinados, más un apodo. Un ye'kuana nombró a su hijo Macunaima, que es uno de los atributos del sol, y a otro Curatay, que es el nombre del saltamontes.
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