viernes, 11 de enero de 2013

LEYENDA MUCHIMUK




Al principio las leyendas indígenas sobre monstruos voladores pudieran haber tenido su origen en algún Pterosauro trasnochado en el tiempo. Algo así como el Tupuxuara o el Anhanguera de cinco metros de envergadura que fueron excavados recientemente en Araripe, Brasil y que habrían podido anidar en las cuevas de los tepuyes que estuvieron abiertas al aire desde siempre, es decir, desde mucho antes de que ocurriera el letal impacto del meteorito que acabó con los dinosaurios hace 65 millones de años.
 Pero ahora se piensa que quizás en esta región pudo haber quedado rezagado algún animal volador de origen más reciente como del tamaño de los extintos Moa de Nueva Zelandia, lo que pudiera haber dado origen a estos mitos de las aves monstruosas que son compartidos por las etnias indígenas que viven cerca de los tepuyes.
Aunque hasta el momento no se ha podido conseguir ni en las cuevas del Autana, ni en las Simas de Sarisariñama o en las cuevas nuevas del Chimantá alguna cáscara de los huevos u otros restos de ese pájaro o murciélago maligno que habría tenido dimensión y fuerza sobrehumanas.
 Estos seres espantosos que son conocidos como Shári por el Alto Río Caura, o como Dimóshi por el Río Erebato y que por el Río Paragua fue conocido como Maripa-den o Déde, pudiera ser el mismo que ha sido identificado plenamente como –Muchimuk- durante las reuniones indígenas que se hicieron recientemente al pie del Chimantá y que al igual que los otros, habría sido un depredador dueño de la noche y de la vida que fue vencido en la región del Chimantá por un hombre que se disfrazó de Oso palmero.
Leyenda que en 1961 fue narrada por los indígenas Macushi que vivían cerca del Guaiquinima-tepui del Río Paragua, quienes aseguraban que uno de los refugios de este animal fue descubierto en la escarpa occidental de esa meseta, después de que los habitantes de uno de los pueblos que había cerca de allí, decidieron preparar a un señuelo para agarrar aquella misteriosa criatura que no sabían como lucía porque siempre atacaba en la oscuridad.
 Para resolver el misterio decidieron entonces agarrar a una anciana del pueblo, quien a pesar de que quiso oponerse a que la emplearan como alimento, la fuerza del grupo pudo más que sus gritos; le ataron un tizón encendido a una pierna y la dejaron amarrada en la playa durante la noche. Entonces, cuando aquél enorme depredador nocturno se presentó a buscar añejada presa y se elevó en la oscuridad, los guerreros pudieron seguir por el firmamento la ruta de chispas y gritos que rasgaba la noche y tal como siguiendo a un mapa, pudieron ver cómo aquel ser de la noche se dirigió hasta su morada cavernaria situada en la pared del Maripa-tepui (Cerro del murciélago).
 Cuando los hombres treparon hasta la cueva encontraron a este Maripa-den meciéndose en su hamaquita como un murciélago y lo flecharon. Entonces este Maripa-den salió por la parte de atrás de la caverna después de despedirse de sus hijos, recomendándoles que dejaran la costumbre de comerse a los humanos. Maripa-den o Dimoshi volaba muy malherido pero se remontó y pudo volar hacia el oeste, pasando por encima de un río en el que defecó, y es por ello que desde entonces a este río se le conoce como Dede-wata (Erebato).
Tomado del Blog de Charles Brewer- Carías
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