miércoles, 4 de abril de 2012

NAZARENO DE SAN PABLO Y EL LIMONERO


La imagen del Nazareno de San Pablo, es la de devocion de todo hijo de Caracas. Es una talla en madera de pino flandes de Sevilla, España, posiblemente de Felipe de Ribas en el siglo XVII. Dice la tradición que el escultor, después de terminar de tallar la imagen, el Nazareno se le aparece y le dice: "Donde me has visto que tan perfecto me has hecho".

Traída a Caracas (Venezuela), a la Capilla de San Pablo el Ermitaño (de ahí viene el nombre de Nazareno de San Pablo). Consagrada el 4 de julio de 1674 por Fray González de Acuña. La obra de arte contempla la representación de Cristo cargando la cruz vestido de color morado en su calvario camino a su crucifixión.

Cuenta la historia que en tiempos remotos, quizás para el siglo XVII, Caracas fue azotada por la peste del vómito negro. En esta época, los Caraqueños y Caraqueñas solían visitar la iglesia de San Pablo el Ermitaño para congraciarse con el mártir, Nuestro Nazareno de San Pablo y pedir por sus necesidades, tristezas o mas anhelados sueños.

La Iglesia de San Pablo el Ermitaño dejó de existir en manos de Guzmán Blanco, quien no creyendo en el clero católico lo demostró tumbando dicha iglesia y construyendo en su lugar el Teatro Municipal, sin embargo dicen por allí que la Iglesia pidió a su esposa Ana Teresa que intercediera ante Antonio, y este último por amor a su amada esposa, mandó a construir la magnifica obra arquitectónica conocida como la Basílica de Santa Ana y Santa Teresa, que tiene la peculiaridad única de poseer dos entradas principales, siendo hoy además el centro del Culto a Nuestro Nazareno del Señor.

Ya en aquel tiempo muy cerca de la hoy basílica de Santa Teresa sus devotos solían sacarlo en procesión por las muy antiguas empedradas calles de Caracas, muchos de ellos exhibiendo el atuendo color violeta oscuro (color de la mutación) o como sucede hoy en día llevando además miles de violetas a su santuario, signo de que se estaba en presencia de un fiel que pagaba una promesa por favores concedidos.

En ese entonces y en medio de tal mortandad producto de la peste, el Nazareno tropieza en el camino de la procesión a la altura de la hoy bien conocida esquina de Miracielos, con un Limonero que en ese lugar se encontraba, enredando sus ramas con la cruz y cayendo a la postre cierta cantidad de limones, “Milagro, ¡Milagro!”, gritaron las Caraqueñas y Caraqueños, tomando dichos limones y comenzando a partir de allí una tercera tradición, la referida a las propiedades curativas del limón… Decimos la tercera tradición porque la segunda será aquella donde dicen los cuentos de calles y caminos, que en una procesión el Nazareno obró un milagro en ese lugar y al todos los presentes mirar al cielo, la cura de un mal les fue a presentar y Miracielos fue entonces el nombre que al lugar se vio dar…

La Esquina de Miracielos que hoy existe, no es ni la sombra de lo que antaño fue. El limonero desapareció con el tiempo seguro de tanto dar salud a la creciente Caracas, Miracielos vivió su ultima transformación hace no mucho gracias a la nueva línea del Metro de Caracas.

Otro dato curioso del tiempo y asociada a la geografía del lugar es la frase: “¡Y se armó la san pablera!” debido seguramente a las continuas refriegas casi siempre de orden político que en la esquina de San Pablo se daban.

Hoy, la rememoración del Nazareno tiene la particularidad de movilizar a los venezolanos desde grandes distancias, hacia las principales iglesias del país donde la tradición ha alcanzado un prestigio notable.

En medio de una íntima ceremonia, los creyentes adornan la talla de madera con cinco mil orquídeas y la engalanan con una túnica bordada con hilo de oro. El manto que cubre al Nazareno de San Pablo muestra los símbolos de la pasión y muerte: la cruz, la copa, la corona de espinas, los tres clavos, el látigo con que fue azotado, la lanza que traspasó su costado y hasta el hisopo con el que le dieron vinagre. La túnica además está adornada con docenas de perlas ofrecidas por sus fieles, así como sortijas y zarcillos. Mientras que sobre su cabeza, reposa una representación de las tres potencias con esmeraldas y rubíes.

Los devotos le pagan penitencia al Nazareno, acompañándolo en una procesión que dura 3 ó 4 horas, todos los miércoles santos. Días antes de la celebración, decenas de feligreses se dedican a resaltar la imagen de esta representación del Hijo de Dios.

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