Espíritu maligno, dueño del bosque, del viento, demonio de la montaña y señor del ensueño. Siempre está listo a clavar una espina en la lengua de los que se atreven a salir de noche y que hacen caso omiso de su silbido de advertencia. A su cargo están los demonios llamados Suamo, dueños de animales salvajes que comen gente. Habitan las alturas de los tepuyes guayaneses.
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