El mito Yabarana relacionado al origen de la Luna nos cuenta como una
muchacha fue requerida en plena noche por un joven misterioso. A la
mañana siguiente, la muchacha quiso conocer a su amante pero éste
habíase ya fugado. Para la noche siguiente, pintó la muchacha sus senos
con onoto, esperando que el día siguiente reconocería al joven por las
manchas rojas de la cara. Pero el joven quitóse las manchas de onoto con
el aceite de la palma seje y la muchacha no pudo dar con él. Esta
volvió a pintar sus senos con una pintura más fuerte e imborrable: la
pintura negra del matapalo.
¡Terrible sorpresa! A la mañana siguiente vio las manchas negras en
la cara de su propio hermano. Por miedo al castigo espantoso que a esto
seguiría, el incestuoso hermano huyó hasta los confines de la tierra, en
donde se transformo en la Luna.
Las manchas negras de su cara pueden aún hoy verse en la Luna en sus
períodos de crecimiento y mengua. Y si esas manchas se hacen rosadas en
cada fase, es porque ellas obligan a la mujer en su fase de
menstruación.
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