Una muchacha fue requerida en plena noche por un joven misterioso. A la mañana siguiente, la muchacha quiso conocer a su amante, pero éste habíase ya fugado. Para la noche siguiente, pintó la muchacha sus senos con onoto, esperando que al día siguiente reconocería al joven por las manchas rojas de la cara. Pero el joven quitose las manchas de onoto con el aceite de la palma seje, y la muchacha no pudo dar con él. Esta volvió a pintar sus senos con una pintura más fuerte e imborrable: la pintura negra del «matapalo».
¡Terrible sorpresa! A la mañana siguiente vio las manchas negras en la cara de su propio hermano. Por miedo al castigo espantoso que a esto seguiría, el incestuoso hermano huyó hasta los confines de la tierra, en donde se transformó en la Luna.
Las manchas negras de su cara pueden aún hoy día verse en la luna en sus períodos de crecimiento y mengua. Y si esas manchas se hacen rosadas en cada fase, es porque ellas obligan a la mujer en su fase de menstruación. Biblioteca virtual Miguel de Cervantes
¡Terrible sorpresa! A la mañana siguiente vio las manchas negras en la cara de su propio hermano. Por miedo al castigo espantoso que a esto seguiría, el incestuoso hermano huyó hasta los confines de la tierra, en donde se transformó en la Luna.
Las manchas negras de su cara pueden aún hoy día verse en la luna en sus períodos de crecimiento y mengua. Y si esas manchas se hacen rosadas en cada fase, es porque ellas obligan a la mujer en su fase de menstruación. Biblioteca virtual Miguel de Cervantes
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