Estimados y como siempre muy queridos y respetados lectores, en días pasados en uno de los tantos programas que nos brinda -hoy día- la televisión satelital, tuve la oportunidad de ver y oír a un catedrático disertando sobre la política y sus líderes, tomando como ejemplo y referencia al emperador romano Calígua. Me animé con su exposición y se me encendió la chispa de conocer un poco más sobre este escamoso personaje, a objeto de comprender el porque el historiador de marras, hacía algunas comparaciones entre el excéntrico emperador y algunos de nuestros tropicales políticos latinoamericanos.
A la muerte de Tiberio, no había ningún sucesor designado, por lo cual los pretorianos proclamaron emperador a Calígula, quién contaba con solo veinticinco años cuando subió al trono. Comenzó -para festejar su ascenso al poder- repartiendo dinero entre los ciudadanos romanos, los ejércitos, las guarniciones y los pretorianos. Liberó a los prisioneros políticos encerrados por Tiberio, y permitió leer los libros prohibidos por este. Los romanos estaban muy contentos de tener a un emperador tan bondadoso, en un mes se sacrificaron 150.000 animales en su honor. Calígula al verse tan divinizado por el pueblo romano, se embriagó en los honores y adoraciones, convirtiéndose en el peor y más perverso emperador romano.
Calígula se casó con su hermana que murió al poco tiempo, y ordenó le construyeran un templo y fuera adorada como una diosa. Al poco tiempo pidió un templo para sí mismo y pretendía que también fuera adorado. Dicen que iba al templo de Júpiter a conversar con las estatuas de los dioses, y en el foro se sentaba entre las imágenes de Castór y Pólux mientras se sacrificaban animales en su honor. Quiso que su caballo Incitato fuera sacerdote, y luego llegó a postularlo para el consulado. Se casó varias veces, generalmente lo hacía con esposas de aristócratas, mandaba a matar los maridos y se quedaba con sus fortunas y sus mujeres, a las que repudiaba al poco tiempo.
Un día -se dice que- mientras daba un banquete entre los que asistieron varios políticos de la ciudad, comenzó a reír sin razón alguna, los hombres intrigados le preguntaron que le resultaba gracioso, este respondió que se reía por que con una simple orden podía hacer que todos sus convidados fueran ejecutados. Luego en medio de otro banquete llegó a cumplir con su palabra mandando a estrangular a todos sus huéspedes. Comía y bebía con exceso, gastaba grandes sumas en manjares exóticos, y a menudo invitaba a comer a los cocheros del circo y a los gladiadores, el pueblo consideraba deshonroso que el emperador tratara con ese tipo de gente. En poco tiempo dilapidó la fortuna que Tiberio había amasado en tantos años, empezó a proporcionarse dinero condenando a muerte a los personajes más ricos de Roma y confiscándole sus bienes. Dicen que en una ocasión ejecutó a un hombre que se pensaba tenía mucho dinero, pero que en realidad estaba arruinado. Me engañó -dijo el emperador- no merecía vivir. Llegó a vender sus joyas y efectos personales y obligaba a que se los comprasen y pagasen precios exagerados. También se dedicaba a la literatura y prohibió a Livio y a Homero por envidia. En Lyon donde se hacían concursos de poesías puso una nueva regla para que aquellos que escribieran malos poemas los borraran con la lengua. La gente estaba cansada de soportar los caprichos de aquel loco, muchos empezaron a planear asesinarlo, pero estos intentos fracasaron. Calígula no confiaba ni en los pretorianos y había mandado traer a un grupo de rudos germanos a los que pagaba un sueldo altísimo para que le protegieran. Calígula como todo tirano tuvo junto a su familia, un final trágico. (Fuente bibliográfica Internet).
enriquealtazini@cantv.net
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