"...Cuando los hombres barbados de allende los mares vinieron a poblar las desnudas crestas de los Andes, las hijas de Chía, las vírgenes de Motatán, que sobrevivieron a los bravos Timotes en la defensa de su suelo, congregadas en las cumbres solitarias del Gran Páramo, se sentaron a llorar la ruina de su pueblo y la desventura de su raza...."
“Y sus lágrimas corrieron día y noche hacia el occidente, deteniéndose al pie de la gran altura, en las cercanías de Barro Negro, y allí formaron una laguna salobre, la laguna misteriosa de Urao..."
"...Nuevamente gritaron en el Gran Páramo, las vírgenes petrificadas del Motatán, y nuevamente se levantó por los aires la laguna salobre de sus lágrimas para ir a asentarse sobre el suelo cálido de Lagunillas, en aquella tierra ardiente, donde la caña brava espiga y el cují florece"
Pero cuando estaba de nuevo quieta en aquel lugar, un piache le quitó la virtud de transportarse, diciendo a la gente.
Si quieren conservar aquí la laguna, arrojen cada año un niño vivo dentro del agua, esto ahuyentará la venganza de los espíritus de los timotes muertos por los hombres blancos.
Así lo hicieron durante mucho tiempo los habitantes, y desde entonces la laguna quedó allí detenida para siempre.